04/01/2022 | 2 minutos de lectura


Ornella Bono, Pulso

En los últimos días me ha tocado ver a muchos electores que esperan conocer a las personas que acompañarán a quien resulte electo Presidente antes de definir su voto. Lo importante es entender que no es un fenómeno meramente político, sino que estamos ante una sociedad que entiende que son los equipos los que generan confianza y marcan la diferencia entre el éxito y el fracaso.

Es difícil abstraerse del panorama político cuando falta tan poco para una elección presidencial que, de acuerdo a las proyecciones, será una de las más estrechas de los últimos años. Precisamente esto último (lo reñida que será la definición) puede explicar la creciente importancia que han adquirido los equipos de ambos candidatos en los últimos días.

Ante un panorama de indecisión, son efectivamente las personas que llevarían a cabo el proyecto de gobierno EL factor relevante al momento de optar por uno u otro proyecto.

Una lectura que, al parecer, han hecho en ambos comandos y ha quedado reflejada en la incorporación de nuevos nombres y, especialmente, de nuevos perfiles. Cambios que dan cuenta de la necesidad de lograr un mayor equilibrio entre lo técnico y lo político y, al mismo tiempo, de una mayor diversidad.

Desafíos muy similares a los que enfrentan los directorios de empresas y organizaciones en la actualidad y que se basa sobre un principio general: que un equipo bien configurado, con talentos y habilidades diversas que se complementen entre sí es clave para alcanzar los objetivos.

Finalmente, el equipo es todo. Pasa en los deportes como el fútbol, pasa en un gobierno y en las organizaciones públicas y privadas. Por ello, la creciente preocupación por los equipos más allá de los liderazgos individuales es una buena noticia que da cuenta de un cambio a nivel global: los proyectos y el éxito de éstos dependen de ese grupo de personas que en forma colaborativa, desde sus distintas fortalezas y ámbitos de expertise, trabajan y aportan de manera

coordinada y complementaria para alcanzar un objetivo común. Esto, por supuesto, debe integrar variables clave como tener capacidad de disentir con argumentos, de cuestionar de manera responsable, e innovar.

Llevado esto a los directorios, se puede aplicar el mismo principio: conformar el gobierno, o incluso el equipo gerencial, requiere de cuidar equilibrios, pero principalmente, de generar dinámicas virtuosas que le permitan a los distintos talentos aportar desde lo suyo. A ello hay que agregar que la sociedad está cada vez más atenta a la conformación de los equipos de las organizaciones y todo indica que se trata de una tendencia que crecerá de manera exponencial.

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