02/03/2020 | 2 minutos de lectura


El mundo de la inteligencia artificial ha sido visto como una de las más grandes amenazas para el empleo humano. Pero la avalancha tecnológica de la envergadura que estamos viviendo requiere más que nunca del factor humano para ser desarrollada y para que entregue su máximo valor a la sociedad.

Un ejemplo de lo anterior es el data analytics, donde nuevamente ha quedado en evidencia que ese mismo factor humano no solo le aporta un valor esencial a la interpretación de datos, sino que es capaz de aplicar criterios que van más allá de los algoritmos predictivos y que incluyen la experiencia, la sabiduría y el aprendizaje basado en el ensayo y error, los que hasta ahora son propios de las personas.

Según un reporte elaborado por McKinsey, en enero de este año, y en el que se encuestó a gerentes y líderes de organizaciones, el 87% respondió que ya están viendo brechas de habilidades en sus respectivas empresas, o esperan tenerlas en un corto plazo. Por otra parte, un 69% de las menciones sobre las áreas que enfrentarán mayores ‘gaps’ de habilidades en el futuro y que deben prepararse para ello son – precisamente- data analytics, web, tecnología móvil y tecnología de la información.

Resultados que no deberían sorprender, ya que saber leer, analizar e interpretar la información ha sido siempre una de las claves que ha marcado el éxito de las organizaciones y les han permitido surgir, crecer, superar crisis y adaptarse a los nuevos escenarios que se van presentando.

Es por ello que todo esto nos ofrece una oportunidad única de adaptarnos y generar en la fuerza laboral actual y futura las habilidades que puedan aportar valor desde lo humano a esta nueva dimensión tecnológica que ofrece posibilidades que antes no imaginábamos. De hecho, se ha anunciado que gigantes como Amazon ya trabajan en sistemas donde los productos llegarán al consumidor sin que siquiera éste los haya pedido, y en un plazo no muy lejano.

Sin embargo, el éxito que tenga este nuevo modelo de negocios depende de contar con el talento adecuado que sepa leer señales y tendencias de la sociedad. Además, de tener un conocimiento profundo de estas tecnologías. Con ambas visiones, se genera ese círculo virtuoso que permite complementar todas las posibilidades de la IA con la dimensión de las personas, ya que -aunque suene obvio- las organizaciones seguirán siendo compuestas por personas y para personas. El factor humano seguirá siendo clave, pero debe adaptarse y desarrollar nuevas habilidades para aportar valor desde este nuevo escenario, un desafío que debería abordarse desde lo público y lo privado.

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