20/10/2023 | 2 minutos de lectura


“La neurociencia ya dejó establecido que el cerebro humano goza de una plasticidad maravillosa, que nos dota de la posibilidad de cambiar en respuesta a los desafíos del entorno”.

“Estudia, trabaja, retírate… y retírate bien”. Todos crecimos con ese mantra incuestionable que marcaba las líneas que nuestras vidas debían seguir. Es evidente, sin embargo, que ese trayecto, tan definitivo y continuo, ha sido reemplazado por una realidad con forma de espiral: las personas crecemos, alcanzamos metas, nos reinventamos, volvemos a crecer y vamos, en el camino, cosechando y aprendiendo en todo momento.

Este giro no se dio porque así lo buscáramos: con una esperanza de vida que ya se empina sobre los 81 años en Chile, esta forma de enfrentar la vida nos permite prever un “tercer tiempo” mucho más placentero, flexible y también productivo.

“Tenemos que darnos cuenta de que los cambios demográficos no son meras estadísticas abstractas, sino indicadores de cómo podríamos, y deberíamos, remodelar las pautas de nuestras vidas. Y entonces, como mujeres y hombres, trabajadores y empresarios, padres e hijos, tenemos que actuar de forma diferente”, nos dice Avivah Wittemberg-Cox, especialista en balance generacional y de género, quien nos propone este road map no lineal.

Ese actuar diferente nos demanda una gran capacidad de adaptación, la que, también, contrariamente a lo que se solía creer, nos acompaña a lo largo del ciclo vital. La neurociencia ya dejó establecido que el cerebro humano goza de una plasticidad maravillosa, que nos dota de la posibilidad de cambiar en respuesta a los desafíos del entorno. Por ello, es clave confiar en nuestra habilidad para aprender y ponerla en práctica; a planificar nuestro futuro no a los 50, sino mucho antes; a ser al mismo tiempo realistas y buscar y proponer nuevas formas en que nuestra experiencia sea un aporte; a quizás aprender y reaprender modos de trabajo, de manera que no sea este el que nos deje ir, sino al revés: nosotros decidir cuándo es momento de emprender nuevos rumbos.

De lo anterior se desprende que, a nivel organizacional, también hay grandes desafíos. Hoy, la sexta década de vida es una edad plenamente productiva para muchas personas, y en ese sentido, la intergeneracionalidad de los equipos se torna un reto no menor; a nivel de liderazgo, es importante crear nuevos espacios para permitir tanto el avance de las nuevas generaciones como el aprovechamiento de la experiencia de quienes llevan más tiempo.

A lo que deberíamos aspirar es a que, llegado el momento, todos podamos decir: “No jubilados: ¡jubilosos!” Si vamos a vivir 100 años, vivamos bien.

*Ornella Bono es socia de Socia fundadora y Directora de Humanitas Cornerstone

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