07/04/2020 | 2 minutos de lectura


Javiera de Solminihac

La teoría de Darwin se aplica a los seres vivos pero también a las organizaciones, y la actual crisis que ha provocado a nivel mundial el virus Covid 19, es una prueba de ello.

En el escenario que estamos viviendo tanto a nivel sanitario como económico y-a la luz de la experiencia de países de distintos tamaños y nivel de desarrollo- podemos decir que acá no sobrevivirá el más fuerte, sino el que se adapta mejor incorporando elementos como  innovación y  creatividad.

Para sortear con éxito el actual escenario de incertidumbre, la clave será no  solo la espalda financiera, sino la toma de decisiones ágiles y oportunas, transformando el negocio utilizando tecnología para procesos internos y de cara al cliente.  

¿Mi organización es ágil? Para dilucidarlo, es importante mirar los rasgos diferenciadores que están en su cultura y estrategia.  Ellos debieran incluir una red de equipos en una cultura centrada en las personas, que funciona en ciclos rápidos de aprendizaje y toma de decisiones, facilitados por la tecnología, y con un propósito común que permite la creación colectiva de valor para todas las partes interesadas.

En palabras simples, una organización ágil es una red de equipos que funciona en ciclos rápidos de aprendizaje y toma de decisiones, basado en herramientas tecnológicas. En este modelo operativo ágil, es posible reconfigurar estrategias, estructuras y procesos con rapidez y eficiencia.

De esta manera, una organización ágil aporta velocidad y adaptabilidad, creando una fuente vital de ventajas competitivas en escenarios volátiles, inciertos, complejos y ambiguos, como el que estamos enfrentando hoy.

A medida que las tareas centradas en el conocimiento y el aprendizaje creativo se tornan más importantes, las organizaciones necesitan una propuesta de valor que las diferencie para adquirir y retener el mejor talento, que a su vez exige mayor diversidad de edades, trayectorias, carreras, visiones y experiencia.

Estas tendencias que acabamos de describir están cambiando radicalmente la manera de trabajar de las organizaciones y sus empleados. ¿Cuál será, entonces, el paradigma dominante en las organizaciones en los próximos cien años?

Hay un equilibrio muy delicado que solo las organizaciones verdaderamente ágiles pueden dominar: ser estables y dinámicas al mismo tiempo. Para ello, la clave está en contar con elementos centrales estables que evolucionan lentamente y tienen capacidades dinámicas que pueden adaptarse rápidamente a nuevos desafíos y oportunidades.

Las investigaciones demuestran que las organizaciones ágiles tienen el 70 por ciento de probabilidades de figurar en el cuartil más alto de salud organizacional, el mejor indicador de desempeño a largo plazo. Además, estas empresas logran, en forma simultánea, centrase más en el cliente, reducir su tiempo de llegada al mercado, aumentar el crecimiento de sus ingresos, bajar sus costos y tener un personal más comprometido.

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